Entre el Palacio y los libros: un relato o entrevista donde las paredes se confunden con el papel y la fotografía

“Palacio Alvarado: Su historia”, una obra que recorre con rigor y ternura los espacios de ese recinto

Por Carlos Franco

Es posible imaginar que, al abrir el libro de pastas gruesas “Palacio Alvarado: su historia”, todo el cuerpo atraviese aquel recinto y su pasado, gracias a la mirada que se detiene entre coloridas fotos y palabras que describen o evocan aquellos antiquísimos muros, murales, muebles e invaluables objetos.

Entonces, desde este sentido, también visitar los ornamentados espacios del Palacio es encontrarse atrapado por un momento entre las hojas de aquel fotolibro o novela histórica. En este punto el ojo se vuelve una sinécdoque del cuerpo y el cuerpo una analogía de nuestras pupilas. Los objetos, su temporalidad y espacio se confunden: libros y palacios, presente y pasado, el universo y la palabra, parecen ser lo mismo.

La noche del viernes se presentó la obra del colectivo Sal de Luz: “Palacio Alvarado: su historia” ganadora de la convocatoria Eka Nawéame. Los libros que resultaron de ese proyecto se acomodaron al final de una alfombra roja, sobre una mesa de manteles blancos; uno de ellos se colocó frente a la entrada, recargado en un soporte dorado junto a un jarrón de flores rojas. Los libros se mantuvieron cerrados, abrirlos hubiera significado entrar a una espiral en donde las puertas del Palacio vuelven a llevarnos a las vetustas paredes del mismo edificio y a la historia de dos enamorados que encarna en los altos muros de la casa de la familia Alvarado Griensen.

Las autoras del libro son: Sylvia Alonso Espinosa quien es responsable de la Coordinación y fotografía; Alejandro Vargas y Vargas, del diseño editorial y fotografía; Sara Terán Balderrama, Lilette Aguirre Contreras y Guadalupe Campos Rubio, de la fotografía; María Guadalupe González, de la redacción de la novela histórica que ahí se plasmó; Daniel Almeida Trasviña, del diseño editorial y Héctor Jaramillo Ávila de la corrección de estilo. De ellas, se entrevistó a la escritora María Guadalupe González.

Cerca del piano, en el cual se tocaría por “primera vez” una marcha compuesta hace más de cien años en honor Don Pedro Alvarado, se encuentra la escritora. Termina una entrevista y al instante se prepara para el siguiente contingente de preguntas:

—¿Al escribir un libro sobre un edificio como es el Palacio (pensando en el espacio como algo simbólico) se humaniza estas paredes que nos rodean, se vuelven de carne y hueso? — Fíjate que al inicio del libro hay un diálogo entre piedras antes de que inicie la construcción del Palacio. Por su puesto que las paredes o muros, techos, suelo, todo cobra vida, porque la vida viene del corazón del hombre que mandó a construir esta casa— contestó Guadalupe González, mientras los ecos rebotan en las paredes y se mezclan con el rumor de los fantasmas que habitaron aquellas habitaciones, aquella sonoridad se vuelve un coro en donde las voces se yuxtaponen, se confunden en el tiempo.

—¿Cómo está representado este espacio simbólico en el libro? — Lo que aquí se retrata y narra es sobre un monumento al amor, era tanto el cariño de Pedro hacia Virginia que -si lees el libro- vas a descubrir lo increíble que es este patio central — dice la autora y señala el suelo en donde la alfombra roja parece extenderse ahora como un camino empolvado ya que —por ahí se prolongaba antes una calle— según aseveró la escritora.

—Cada pilar, cada detalle de esta casa lleva la vida misma de sus dueños— cuenta la entrevistada. La gente continúa llegando al recinto, pasan sobre un suelo histórico, en donde, hace más de cien años, el tránsito de la población tenía como destino sólo cruzar una parte de la ciudad, ahora, que ya es un museo, sucede lo contrario, su ruta se vuelve circular y los viajes se vuelcan a un Aleph donde se trazan infinitos puntos de nuestro pasado.

— Hay una frase de Nietzsche que dice “cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”, ¿no sucede lo mismo al observar por tanto tiempo este Palacio? — Yo digo que, más que una mirada, es un abrazo. Me gusta mucho la frase de Pili Alvarado, nieta de Don Pedro Alvarado; ella me dijo que, cuando cerraba la puerta y entraba a la casa, sentía que le daban un abrazo acogedor y lleno de esperanza — platica Guadalupe. — Pero es un espacio que por su inmenso tamaño y ornamentación tiende más a lo sublime, quizá habrá lugares dentro que son más tiernos o bellos… aun así parece difícil sentir esa calidez cuando en este lugar impera esa categoría estética de lo sublime — le comento a la escritora — A lo mejor, cuando conozcas la historia de los que vivieron aquí, vas a sentir esa sensación más tierna, más bella— me reitera.

— Espero que pronto podamos leer el libro, pero por desgracia es muy costoso adquirirlo (arriba de mil pesos) — Sí, lamentablemente, los libros tienen la problemática de los impresores y los costos se elevan al momento en el que se edita con un formato especial para fotografía y resguardado por una cubierta dura — expresó Guadalupe. —¿Habrá donaciones para alguna de las bibliotecas de la ciudad u otras instancias públicas? — A lo menos, yo, como parralense, me daré a la tarea de que pueda llegar a más parralenses esta historia de alguna u otra forma — precisó la entrevistada.

— Es interesante encontrar en este Palacio, tanto en su arquitectura y objetos, símbolos de distintas culturas como la grecolatina, de países orientales o de medio oriente, entre otros lugares, y en este sentido, ¿qué hace de este sitio un espacio tan regional o parralense? — Este libro habla de una cuestión tan sencilla como cuando una familia quiere erigir una casa y con el proceso de esta construcción es posible entender esta cuestión tan humana como el hecho de querer habitar un lugar — explicó la autora.

— ¿Qué significado tiene el amor en esa novela? — Hay personas que dicen que le amor no existe, y yo pienso que no existe para aquellos que se negaron a entregar su corazón. Don Pedro demuestra con su vida y con sus hechos, que fue una persona que supo amar y entregar su corazón a su esposa, hijos, familia y pueblo, además de a toda una ciudad que logró ser una de las más prominentes gracias a él — aseveró la entrevistada. — Presiento que, por lo que has contado, este personaje no está muy matizado ¿no tenía sus prejuicios, odio hacia alguien, errores u algún defecto? — Hay momentos de molestia de él en la historia y eso lo pongo tal cual como lo hallé de una de las fuentes que leí, pero, obviamente, no encontré que Don Pedro fuera alguien colérico o grosero con los demás, porque en todo lo que investigué no había nada de eso. La entrevista concluye. La escritora se levanta de la silla forrada de una tela blanca, agradece el interés de este espacio por el libro, lego se incorpora con sus demás compañeras, autoras de esta obra.

El libro fue presentado por la profesora y académica, Victoria Montemayor, y los presbíteros Jesús Antonio Sepúlveda y Paulo Medina, quien además es un reconocido pintor en la región. Al final del evento, se interpretó una marcha dedicada a Don Pedro Alvarado de hace más de cien años, era un eco tan antiquísimo que volvía a brotar como la luz o raíces de las paredes y habitaciones, ondas que rebotaban simultáneamente en distintos tiempos, en donde los dedos del pianista encontraron una ruta sonora que parecía perdida.

La noche se forma sobre el Palacio y de lejos se mira como una postal, con un cielo oscuro y azulado, como un mar profundo que reclama este desierto. La imagen que se mira de este recinto se vuelve una página igual a una de las fotografías con la cual concluye aquel libro y también esta entrevista.