El terror como una mirada furtiva al misterio en «Hasta el viento tiene miedo»
Una reseña como preámbulo para este viernes de terror de películas
Por Saralyn Quiroga
Por Saralyn Quiroga
Carlos Enrique Taboada nos logra entregar lo que muchos otros directores han olvidado del cine de terror, pues el verdadero miedo no es el visceral si no el que te genera u n escalofrió que se extiende desde lo profundo de tu cuerpo hasta alcanzar cada extremidad. Es una sensación de miedo muy sencilla pero eficaz al revelarnos tan impactante historia:
Un grupo de amigas, que vive en un internado de mujeres, decide infringir las reglas del lugar y entrar a una torre abandonada. En este antiguo lugar, de acuerdo a una macabra leyenda escolar, se suicidó una estudiante años atrás. Esta acción provocará que sean castigadas por la directora al no dejarlas pasar las vacaciones con sus familias; ahora, todas ellas deberán permanecer sus días y noches de asueto encerradas en el desolado internado, donde al parecer, el fantasma de la joven mujer deambula libre por las noches.
Para ejemplo de ello no hay que esperar mucho tiempo en esta película, pues. tan sólo su escena inicial es completamente aterradora. En esta se nos presenta el primer encuentro espectral entre la protagonista Claudia (Alicia Bonet) y el fantasma de Andrea (Pamela Susan Hall). Por supuesto, el miedo que esta secuencia genera se debe, sobre todo, a la atmósfera de la historia, misma que se sostiene durante toda la cinta: escenarios en la oscuridad y acompañados de un fuerte viento cuyo silbido anuncia la llegada del espectro.
De esta manera, la historia gira en torno al terror. Este se nutre por una atmósfera tenebrosa que lleva al espectador a sentirse vulnerable. Aunque las tomas no son del todo explicitas causan un susto en el espectador, casi instantáneamente haciéndolo sentir indefenso ante lo que podría suceder. El terror es así, una mirada furtiva hacia los misterios que pueden retorcer los pensamientos más ingenuos o inocentes.
Ampliamente recomendada, para ver un viernes 28 de octubre por la noche en la casa del tequila de preferencia y con las luces apagadas. ¡Tremendamente efectiva!