El peyote, un elemento que eleva el espíritu del tarahumar para lograr una armonía profunda con el creador

Los gobiernos bloquean el consumo del peyote para poder controlar a los tarahumaras

3 de 5 partes

Serie: La danza que armoniza a la comunidad tarahumara con su espíritu y los mantiene en equilibrio con el mundo

3 de 5 partes

Fotografía tomada del libro Los tarahumaras pueblo de estrellas y barrancas del autor Carlos Montemayor 

Podríamos hacernos una pregunta el peyote es una droga o es un elemento que utiliza la comunidad rarámuri para elevar su espíritu, sanar su interior y con ello establecer una armonía profunda con el creador, lo real es que aunque en el sistema existente en el país es un enervante el cual tiene que destruirse, el tarahumar lo usa para profesar su religión y con ello adquirir la sabiduría que necesitan para conservar el equilibrio.

Artaud (1971) nos da una visión más profunda del significado de las danzas, una de ellas el peyote, la cual experimentó en carne propia y lo consignó en su libro Los Tarahumara. Relata cómo fue su experiencia en el camino del Ciguri (la danza del peyote), “es un rito aniquilador, , si previamente no lo ha tocado con su espada el anciano jefe indio que manda en la paz y en la guerra, en la Justicia, en el Matrimonio y en el Amor. Al parecer tiene en sus manos las fuerzas que ordenan a los hombres amarse o que los enloquecen, mientras que los sacerdotes del Tutuguri, con la boca, hacen elevarse el Espíritu que los produce y los dispone en e Infinito donde el Alma deberá cogerlos y clasificarlos de nuevo en su yo”.

También señala, “los sacerdotes del peyote me hicieron asistir al propio Mito del Misterio, sumergirme en los arcanos míticos originales, entrar a través de ellos en el Misterio de los Misterior, ver la figura de las operaciones extremas mediante las cuales EL HOMBRE, NI LA MUJER, creó todo”. 

Describe que durante el ritual “los sacerdotes del Ciguri trazan en el aire, como si los impusieran a la sombra o los sacaran de los antros de la noche, ni si quiera ellos mismos los comprenden ya, y se limitan a obedecer con sus actos, a una especie de tradición física, por una parte, y, por otra, a las órdenes secretas que les dicta el Peyote, un extracto del cual absorben antes de ponerse a bailar a fin de entrar en trances por métodos ya calculados. Quiero decir que hacen lo que la planta les dice que hagan, pero que lo repiten como una especie de lección a la que sus músculos se someten y que dejan de comprender cuando sus nervios se relajan, como tampoco la comprendían sus padres o los padres de sus padres. Además sobrevaloran la función de los nervios… Aunque e indio sea un enemigo para su cuerpo, también parece haber sacrificado su conciencia a Dios, y que el hábito del Peyote lo dirige en esa tarea… El tarahumara distingue sistemáticamente entre lo que es de él y lo que es del Otro en todo lo que piensa, siente y produce. Pero la diferencia entre un loco y él consiste en que su conciencia personal se ha enriquecido en ese trabajo de separación y de distribución interna al que le ha conducido el Peyote y que refuerza su voluntad”.

Es así como vivió de cerca uno de los rituales más importantes que aún conserva el tarahumara, y dice que, “la gran fiesta del Ciguri, solo se celebra una vez al año. Entonces es cuando lo toman, de acuerdo con todos los ritos milenarios tradicionales. También toman Peyote en las demás fiestas, pero solo como un coadyuvante ocasional sin que nadie se preocupe ya de graduar su fuerza o sus efectos. He dicho que toman, pero mejor sería decir que tomaban, pues el gobierno de México hace lo imposible para quitar el Peyote a los tarahumara y para impedirles que se entreguen a su acción, y los soldados que tenía a la montaña tienen la misión de impedir su cultivo. Cuando llegue a la montaña, encontré a los tarahumara desesperados por la reciente destrucción de un campo de peyote por parte de los soldados”.

Es así como se marca el peligro al que se enfrentan los tarahumaras, ya que en México el Peyote es considerado un enervante, y por lo tanto se debe de eliminar, sin hacer algún tipo de distingo con la cultura rarámuri, en donde no se usa como una droga, sino como parte de un ritual, lo cual no es importante para las autoridades ya que sostienen la superioridad y capacidad de ejercer las leyes entorno a un sistema en donde no son incluidas las creencias de los tarahumaras.

En una de las pláticas que sostuvo el autor francés con un director de una escuela obtuvo la siguiente conversación: “es que, cuando toman peyote, dejan de obedecernos”, a lo que el escritor señala “Con el peyote ocurre como con todo lo humano. Es un principio magnético y alquímico maravilloso, con la condición de que se sepa tomar, es decir en las dosis y con la graduación adecuadas… Al hacer eso, no es a usted a quien obedecen, sino al propio Ciguri, pues Ciguri es el dios de la Presciencia del justo, del equilibrio y del control de uno mismo, quien ha bebido Ciguri auténticamente, el metro y la medida autentica del Ciguri, HOMBRE y no FANTASMA indeterminado, sabe cómo están hechas las cosas y ya no puede perder la razón, porque Dios está dentro de sus nervios y desde allí mismo los guía… Pues Ciguri es el infinito, y el misterio de la acción terapéutica de los remedios va unido a la proporción en que nuestro organismo los toma”.

Entonces el bloqueo para que consuman el Peyote también radica en el interés de mantener el control sobre de ellos, de establecer su superioridad y obligarlos hacer lo que la cultura occidental dicta que está bien, sin respetar en algún momento su religión.