El alma del pasado revive en Parral con la visita del organillero Gabriel Rivera

-Un viajero de la música lleva la tradición a lugares que no han consigo esta música

Los habitantes de Parral fueron testigos de un acontecimiento único en la ciudad: la visita del  organillero Gabriel Rivera, proveniente de la Ciudad de México. 

Gabriel ha recorrido incansablemente diferentes puntos del país para llevar consigo la tradicional música de su instrumento y, tras enterarse de las Jornadas Villistas en Juárez, decidió que era hora de adentrarse en los encantos históricos de Parral.

Corre el rumor entre los organilleros que uno de ellos pudo haber acompañado a Francisco Villa en su época, y esto despertó la curiosidad de Gabriel. 

Determinado a desentrañar los lazos entre los organilleros y la historia de Parral, acudió al Archivo Histórico local en busca de registros de la presencia de estos músicos, no solo en tiempos villistas, sino en cualquier otro periodo.

Gabriel Rivera lleva 10 años dedicándose a ser organillero, aunque en sus inicios se desempeñaba como fotógrafo. Fue gracias a la invitación de un amigo que descubrió la magia de esta bonita tradición musical. 

Sin embargo, la difícil situación en México lo llevó a emprender un viaje por diferentes partes del país, como Tijuana, Tecate y Ensenada, para llevar su música a aquellos rincones donde inunda de alegría a las personas.

La llegada de Gabriel a Parral ha suscitado un interés especial en este lugar de rica historia. “Viajo por todo el país, soy como un gitano”, expresó Gabriel, consciente de las dificultades económicas que implica visitar Parral. 

No obstante , la oportunidad de ser el primer organillero en llegar a este espacio desconocido para su arte lo motivó a seguir adelante.

La música del organillo de Gabriel impacta profundamente en los corazones de quienes la escuchan, especialmente en los más pequeños. 

Los niños se maravillan con las melodías, transportándose a un pasado lejano lleno de alegría y fantasía. Pero no solo los infantes quedan encantados, también los adultos se sorprenden gratamente al escuchar los sonidos nostálgicos que emergen del antiguo instrumento.

El organillo, un aparato musical mecánico, guarda en su interior siglos de historia y tradición. Surgió en Europa en el siglo XVIII y llegó a México durante el periodo virreinal. Con su música, los organilleros alegraban las calles y plazas, compartiendo su arte con la gente y llevando consigo una parte esencial de la identidad cultural mexicana.

El sonido del organillo, generado por sus cilindros y tubos de metal, evoca recuerdos y emociones. Cada melodía es un enlace directo con el pasado, un testimonio vivo de una época en la que la música era un lenguaje universal capaz de unir a las personas.

La música que emana suele ser alegre y animada, con melodías alegres y pegadizas que invitan a bailar y alegran el ambiente. Se compone principalmente de canciones populares tradicionales y melodías clásicas, adaptadas al sonido particular del organillo.

El sonido es único y distintivo. Los tubos y flautas del instrumento producen un tono cálido y característico, que se amplifica y proyecta gracias a la caja de resonancia. El ritmo es constante y marcado, mantenido por la acción continua de la manivela giratoria que hace que el aire fluya a través de los tubos y genere la música.

La música del organillero tiene una conexión especial con la cultura popular y tradicional, ya que ha sido parte de la vida de las comunidades durante mucho tiempo. Escuchar la melodía del organillo puede evocar recuerdos de ferias, festivales callejeros y paseos por las plazas de antaño. Es una forma de arte sonoro que ha dejado una huella duradera en muchas culturas alrededor del mundo.

La visita de Gabriel Rivera a Parral ha dejado un gran sabor de boca en el corazón de esta ciudad histórica. Su presencia y música han permitido a los habitantes sumergirse en la magia de otra época, transportándolos a un tiempo en el que la simple melodía de un organillo era suficiente para crear sonrisas y llenar de alegría los corazones.

Sin duda, la visita del organillero Gabriel Rivera ha sido un regalo para Parral, una experiencia que ha revivido el alma del pasado y ha recordado a todos que la música es un poderoso vínculo entre el presente y las raíces de nuestra cultura.