La Casual: la banda que convirtió el centro de Parral en su escenario
-Diez músicos oaxaqueños llenan de vida el centro histórico, fusionando tradiciones sureñas con el alma parralense.
En las sombras largas del atardecer parralense, la banda La Casual, con sus diez corazones latentes, trae consigo el eco de la sierra oaxaqueña, esparciendo notas que se mezclan con el aire del centro histórico.
Como personajes de una novela, cargan consigo no solo los instrumentos, sino las historias de una tierra que dejaron atrás, buscando en Chihuahua una suerte que quizás, como los vientos del norte, les sea más propicia.
Allí, bajo el cielo añil que se va oscureciendo, se posan en la calle Jesús García, su escenario improvisado, como náufragos que encuentran una orilla momentánea.
Despliegan sus armas: trompetas que claman al cielo, tambores que retumban en el alma de los transeúntes, un trombón que, con su sonido grave, cuenta secretos antiguos.
Tarola y bocina se unen a la sinfonía de esta tarde que se viste de música, mientras un micrófono amplifica las emociones que laten en las voces de los músicos.
La Casual comienza a tocar, y Parral escucha. Las notas se elevan como un rezo que atraviesa las calles empedradas, se deslizan entre los rincones donde la historia ha dejado su marca.
Los rostros de los paseantes cambian; algunos, primero sorprendidos, se detienen, como si la música tuviera el poder de congelar el tiempo.
Otros, con la alegría que solo la banda puede despertar, comienzan a bailar, sus cuerpos moviéndose al compás, mientras las trompetas brillan bajo la luz dorada del sol que se despide.
La gente pasa, se detiene, escucha. Una señora mayor, con un semblante arrugado por los años pero con los ojos brillantes, tararea una canción que la lleva a su juventud.
Un niño pequeño se aferra a la mano de su madre, ambos observando con fascinación a los músicos, como si de una historia mágica se tratara.
Los trabajadores que terminan su jornada se relajan por un instante, sintiendo cómo la música lava la fatiga de sus cuerpos.
En cada toque, La Casual deja un pedazo de su tierra, mezclando las raíces de Oaxaca con la calidez que han encontrado en Parral.
“Es una de las ciudades más bonitas que hemos visitado”, dice uno de ellos, con una sonrisa que refleja tanto nostalgia como esperanza.
Aquí, en este rincón del norte, han sido bien recibidos. La gente les da monedas, pero más que eso, les regala aplausos sinceros, sonrisas que no mienten.
El trombón narra con cada nota, la tarola marca el paso del tiempo, el tambor resuena como el latido de un corazón compartido, y las trompetas, ah, las trompetas, lanzan su grito de júbilo hacia el cielo, tocando las almas de quienes tienen la fortuna de escuchar.
Es un ritual, una danza entre músicos y espectadores, una conversación silenciosa que se da en el lenguaje universal de la música.
Así, en el centro histórico de Parral, mientras la tarde se funde con la noche, La Casual deja una huella, un eco que, como las mejores historias, se queda en la memoria.
Los habitantes, por un momento, olvidan sus preocupaciones, envueltos en la magia de una banda que, entre notas y acordes, hace de la ciudad un lugar aún más hermoso.