La cultura tarahumar una sabiduría que se debe de conservar

La diversidad cultural nos enriquece como pueblo y el respeto a la comunidad rarámuri debe de darse sin dudarse

Serie: La danza que armoniza a la comunidad tarahumara con su espíritu y los mantiene en equilibrio con el mundo

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Fotografía tomada del libro Los tarahumaras pueblo de estrellas y barrancas del autor Carlos Montemayor 

Después de las diferentes opiniones y experiencia que hemos visto a lo de este trabajo, podemos concluir en la necesidad imperiosa de que desde la persona más encumbrada en el sistema del orden mundial, hasta el más abajo en el eslabón, comprenda y tenga la conciencia de la importancia de mantener viva la riqueza cultural de los pueblos originarios, y más que sentirnos superiores, sentirnos orgullosos de que aún podemos contar con su mística y sabiduría.

Además establecer acciones en las que evitemos intentar cambiar su idiosincrasia, ya que es la forma que ellos han vivido desde su origen, con la colonización e independencia sufrieron de un sincretismo cultural, lo que originó una serie de transformaciones en su cultura original, no permitamos que se siga mancillando sus creencias.

Es mejor un mundo en el que sabemos que existe la diversidad, que aunque en apariencia estamos hechos de lo mismo, saber que la concepción de lo que somos y de cómo vivir en este mundo es diferente, y que aún podemos conocer cada una de esas concepciones y lo más valioso respetarlas para que seamos realmente libres, y las diferentes expresiones existentes sean parte de la riqueza que como seres humanos somos beneficiados.

La danza del peyote es sin duda un ritual que capta la esencia misma del tarahumara, y aunque haya sufrido cambios, mantiene la particularidad que le imprimieron sus antepasados, desde su existencia probaron una hierba que para nosotros es una droga, pero que a ellos sirve para alcanzar un nivel de espiritualidad y lucidez para comprender la sabiduría del creador y así poder sanar sus heridas corporales pero sobre todo las del alma.

Así un día convertirse en estrellas y “caminar bien” al lado de padre el sol y su madre la luna, los dioses quienes los formaron y los que sostienen su mundo para que no mueran aplastados, los que alumbran su camino de día y noche, para hacer lo necesario con lo cual mantiene un equilibro con la naturaleza y con el universo mismo.

Ese mismo equilibrio es el que el hombre siempre busca de manera afanosa, y que el tarahumar encuentra sabiamente en sus danzas, de ahí la importancia de no robarles lo más preciado que ellos tienen, respetar la diversidad y conservar así tradiciones milenarias que cada día que pasa, crece el riesgo de desaparecer debido a la inconsciencia y superioridad que se pretender ejercer en ellos.

Sin duda que respetarlos, nos enriquecerá como personas, pero además como nación, ya que podremos convivir con aquellos seres ancestrales que son parte de nuestro origen, y porque no aprender de esa sabiduría que atesora el tarahumar para vivir en un universo equilibrado, con el respeto pleno a la naturaleza que nos permita vivir en paz con nosotros mismos y con nuestro espíritu.