Parralensidad, una propuesta, un nuevo término para definir lo que somos

Dueños de nuestro propio destino debemos asumir el rol que nos asigna la historia: Ser parralenses

Por: Luis G. Prieto Ramírez.

A pocos días de celebrar un aniversario más de la fundación de Parral, este artículo abordará una cuestión que nos llama a proponer un nuevo termino, una palabra que puede definir lo que somos los parralenses, los oriundos de la orgullosa ciudad de los cielos contrastados y del aire provincial, de la comunidad que es parte del origen de nuestro estado.
Muchas veces la palabra identidad se queda limitada para expresar el arraigo, los usos y las costumbres de un pueblo, porque éste puede ser cualquiera. Sin embargo, sabemos que Parral es un caso diferente, históricamente particular, que de hecho es reconocido por los valores que se han compartido por generaciones.
Existe un vínculo más que especial entre parralenses, del cual pudiéramos decir es peculiar en el estado de Chihuahua, porque no hay ciudad más orgullosa que ésta; el mito, por ejemplo, le da un lugar en el universo, pues imagínese usted… ¿Qué otra ciudad se autodenomina Capital del Mundo?
¿Qué otra ciudad se llama a sí misma Sucursal del Cielo, Próximo Puerto Marítimo? ¿¡Lugar del Juicio Final!?
Pareciera chiste, una serie de títulos que intentan resalta una grandeza que no coincide con la realidad. Pero tampoco seamos pesimistas, todo ello responde a una necesidad social que implica la construcción de elementos identitarios, cosa que debe considerarse natural en los contextos comunitarios, es un como una tarjeta de presentación, una marca registrada que se explota comercialmente.
Ahora bien, ¿en qué consiste la “Parralensidad” que aquí se propone? Primero, en definir nuestra propia identidad, nuestra única y exclusiva identidad que es sólo de nosotros, de los parralenses que nacen en Parral, de aquellos que asumen este gentilicio por decisión, de los que están íntimamente ligados con este terruño, ya sea por sus padres, abuelos, parejas, hijos, etcétera.
Segundo, en expresar los que somos y por qué estamos orgullosos de ello. Hay elementos como la historia y la cultura que nos pueden ligar a esta expresión, también el contexto en el que vivimos; el río que nos divide, la mina al centro de la ciudad, la muralla de montañas que nos rodea, el resplandor de la tarde, las lluvias de septiembre…
Nuestros orígenes, porque Parral es la tierra sulfurosa de los padres y los abuelos de la Nueva Vizcaya, ellos echaron las raíces que hoy florecen. La explotación minera que nos dio permanecía en este lugar específico. La terquedad que nos hizo quedarnos aquí a pesar de la marginación política, un componente que nos hace ser parralenses.
Parralensidad es pues, lo que hacemos y creemos los parralenses, los vínculos físicos y espirituales que nos unen, no es una simple identidad, es la identidad que nos liga con Parral y otros parralenses, la comunión con el igual sin llegar a la exageración, porque no necesitamos del mito, sólo se requiere ser consciente del tiempo, lo vivido, lo que se vive y lo que se quiere vivir, con los pies firmes en la tierra.